lunes, 20 de febrero de 2012

Serie Yo nunca vi el mar (2011)- Parte III











Este trabajo es parte de una investigación que vengo elaborando desde el 2008, donde abordo el tema de la memoria en relación al paisaje salteño.


El acercamiento al paisaje es casi abstracto, aparecen ramas de sauces, piletas pelopinchos que devienen en ríos, pequeñas macetas y algunas tunas, todos sumergidos en grandes espacios blancos donde no existen los límites ni tampoco los horizontes. Son telas sin su bastidor, que se continúan con la pared.


El paisaje aparece de modo evocativo, es un espacio mental y sensorial. Es un espacio visual, sonoro y táctil. No tiene realidad ni tiempo. Más que objetivo es subjetivo.


Fue presentado como una instalación donde las pinturas convivieron con una pileta "pelopincho", realizada con plástico cristal y el agua teñida de azul. La iluminación de dicho objeto fue cenital y con luz de teatro azul.


En la inauguración presenté una performance, donde me introducía en el agua y nadaba mientras sonaba la música de Mariana Baraj, creada específicamente para esta acción. Se sentía el olor a azahares que entraba del balcón de la Galería Fedro, donde fue presentada.


La idea era generar el clima o la atmósfera propia del ritual, para producir el encuentro con esa memoria emotiva que nos antecede. Como modo catártico o refundante la acción nos liga a ese paisaje o nos desliga.


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